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Esto es visible no s lo
Esto es visible no sólo en las notas necrológicas, sino también en los discursos que homenajean prostaglandin receptor alguien en ocasión de su retiro o jubilación. En ellos encontramos rasgos comunes con las notas necrológicas, sobre todo en la idea de una herencia que deja el que se va, y que consiste en la transmisión de un habitus, como una forma secularizada de eternizarse. Se construyen así genealogías donde la línea de sangre se ve sustituida por la transmisión de un saber y de una serie de prácticas asociadas a ese saber. Por ejemplo, en la RF se citan pasajes del discurso del profesor Ángel Gallardo, pronunciado en ocasión de la jubilación del profesor Eduardo Holmberg, momento que la Universidad de Buenos Aires hizo propicio para conferirle el título de doctor en ciencias naturales honoris causa. Como en tantos artículos de tenor necrológico, éste, también celebratorio aunque festivo, está centrado en la finalización de una vida vista desde el ángulo de la productividad intelectual. De hecho, Gallardo dice que “esta ceremonia tiene además el carácter de una despedida por cuanto señala vuestro retiro como profesor de esta casa.” En ese discurso, publicado inicialmente en la revista Physis, órgano de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales y que la RF reproduce fragmentariamente, Gallardo se autorrepresenta como discípulo de Holmberg, a pesar de que no había sido su alumno en las aulas universitarias; es caracterizado también como un “ardiente campeón de la libertad” que, en potente imagen telúrica, “traía una ráfaga de vivificante pampero a la atmósfera enmohecida de nuestro laboratorio”. Pero lo que hacía que la “despedida, que podría parecer un ocaso”, se tiñese “con los arreboles de la aurora” era justamente la obra realizada en la formación de una “escuela de naturalistas argentinos con ferviente patriotismo, enamorados de la ciencia y de la vida, y con el culto de las ideas elevadas, nobles y desinteresadas”. Algo similar podemos observar en las palabras que Rodolfo Rivarola pronunció en el sepelio del profesor Antonio Porchietti, las que habían sido inicialmente publicadas en la Revista de la Universidad. En un claro ejemplo de cómo en estos elogios fúnebres se autorrepresentan colectivos e instituciones, dice Rivarola: “En nombre de la Facultad de Filosofía y Letras, doy esta última despedida al más antiguo de sus profesores de letras clásicas y al director fundador de su biblioteca”. Considera necesario explicitar que sus sentimientos son sinceros a apocrine glands pesar de que “Estas palabras son de ritual”, lo cual desnuda su conciencia de estar respondiendo tanto a una convención social como a una tradición oratoria. Al igual que Holmberg, Porchietti es elogiado por sus valores morales, su legado intelectual y su carácter pionero en la institucionalización de los estudios clásicos en la universidad: Parece claro, entonces, que la actuación de estos intelectuales —médicos, naturalistas, profesores, etc.— no se evalúa solamente desde la perspectiva inmanente de un campo disciplinario, sino que permite proyectar su imagen en el ámbito de lo público. De allí la construcción de figuras un tanto monolíticas, en las cuales el hombre privado y el hombre público se encuentran en asombrosa y feliz sintonía. Ilustra claramente esto el caso de Florentino Ameghino, de quien dice Leopoldo Lugones, en un fragmento de su Elogio de Ameghino, también reproducido parcialmente en la RF: Vemos así como del habitus del científico se desprende una capacidad estructurante en el terreno de los valores que se proyecta tanto al ámbito de lo privado como al espacio público. Como lo muestra el pasaje de Lugones citado, encontramos una vinculación, que será recurrente en muchos de estos escritos, con lo que podríamos llamar la veta hagiográfica del elogio. Es evidente que el proyecto editorial de la RF suscribe el proyecto secularizador que, en líneas generales, venía desarrollándose en la cultura argentina, desde el accionar de las élites dirigentes liberales del siglo xix y en relación con el cual era un lugar común concebir la religión como un obstáculo, tanto para el pensamiento científico como para la modernización social y política. Pero eso no impidió que la retórica hagiográfica penetrase en la construcción de este nuevo panteón de santos laicos, para usar la expresión con que Irina Podgorny sintetiza los procesos de construcción simbólica de la imagen de Florentino Ameghino.